Sometidos al Orden de Dios
- 19 ene
- 4 Min. de lectura
Al reunirnos, nos sujetamos al orden de la palabra porque Dios es un Dios de paz.
Cuando un constructor comienza a levantar una casa, lo primero que necesita son planos detallados. Estos planos no solo aseguran que la construcción sea segura y funcional, sino que también garantizan que los recursos se usen eficientemente y se cumplan los estándares requeridos. Sin ellos, cualquier proyecto podría convertirse en un caos. De manera similar, la iglesia de Corinto estaba edificándose sin seguir un plano claro, y esto resultó en reuniones desordenadas y poco edificantes.
En 1 Corintios 14:26-40, el apóstol Pablo establece principios claros para las reuniones de la iglesia, recordándonos que "Dios no es un Dios de confusión, sino de paz" (v.33). Este texto, relevante tanto para los corintios como para nosotros hoy, nos enseña cómo someter nuestros dones y nuestras reuniones al orden de la Palabra de Dios para que la iglesia sea edificada.
Reunidos en Orden
El principal llamado de Pablo en este pasaje es que todo en las reuniones de la iglesia debe hacerse "para edificación" (v.26). Aunque los corintios tenían una abundancia de dones espirituales, carecían de la madurez necesaria para usarlos con amor y para el beneficio colectivo. En lugar de buscar edificar a sus hermanos, preferían exhibir sus dones, lo que llevaba a un desorden total.
Pablo ofrece instrucciones específicas para establecer un orden en tres áreas clave: el don de lenguas, el don de profecía y la participación de las mujeres. Estos principios nos muestran que el orden y la edificación solo son posibles cuando nos sometemos al liderazgo de Dios y a Su Palab
El don de lenguas: ¿Cuándo y cómo ejercerlo?
Pablo instruye que aquellos que hablen en lenguas lo hagan de manera limitada: solo dos o tres personas, por turno, y siempre que haya un intérprete presente (vv.27-28). Si no hay quien interprete, entonces deben guardar silencio y hablar “para sí y para Dios”.
Esto resalta que el don de lenguas no debe ser un acto impulsivo o descontrolado, sino algo ejercido con dominio propio. El propósito principal de este don no es la edificación personal, sino la edificación de la iglesia. Sin interpretación, no hay entendimiento, y sin entendimiento, no hay edificación.
La profecía: Discernimiento y edificación
El don de profecía también debía ejercerse de manera ordenada. Pablo permite que dos o tres profetas hablen, mientras los demás evalúan el mensaje (v.29). Si otro profeta recibe una revelación, el primero debe ceder la palabra (v.30). Este acto de interrupción no busca generar conflicto, sino garantizar que todos los mensajes sean evaluados y que la iglesia sea fortalecida, animada y consolada.
Además, Pablo enfatiza que los "espíritus de los profetas están sujetos a los profetas" (v.32), dejando claro que el ejercicio de este don también debe estar marcado por el dominio propio y la humildad.
Las mujeres en la iglesia: Contexto e interpretación
En este pasaje, Pablo también aborda el rol de las mujeres, indicando que deben guardar silencio en las iglesias y sujetarse a sus maridos (vv.34-35). Es importante interpretar esta instrucción dentro de su contexto. En las reuniones de Corinto, parece que algunas esposas estaban interrumpiendo y causando desorden al cuestionar públicamente las profecías.
Esto iba en contra del orden y la estructura familiar que Dios había establecido.
Pablo no está prohibiendo la participación activa de las mujeres en todas las áreas, ya que en 1 Corintios 11:5 se les permite orar y profetizar. Más bien, está corrigiendo una situación específica de desorden en la iglesia de Corinto.
El Fruto del Espíritu: Clave para la Humildad y el Orden
Guardar silencio, ceder la palabra y someter nuestros dones al orden de la iglesia requiere humildad, mansedumbre y dominio propio. Estas cualidades son evidencias del fruto del Espíritu (Gálatas 5:22-23). Tanto los corintios como nosotros hoy necesitamos depender del Espíritu Santo para que nuestras reuniones reflejen el carácter de Dios.
Un ambiente de humildad y amor permite que los ujieres, pastores y otros líderes sirvan con confianza, sabiendo que las instrucciones para mantener el orden serán recibidas con gratitud y madurez. Este tipo de corazón transforma nuestras reuniones en un espacio donde Dios es glorificado y Su pueblo edificado.
Sujetos a la Palabra de Dios
Pablo advierte a los corintios que la Palabra de Dios no se originó en ellos ni es exclusiva de ellos (v.36). Cualquier profeta o persona espiritual debía reconocer que las instrucciones de Pablo eran mandamientos del Señor (v.37). Aquellos que rechazaran esta verdad demostrarían que no pertenecían realmente al pueblo de Dios (v.38).
Hoy, tenemos el privilegio de contar con la Biblia completa, la palabra profética más segura (2 Pedro 1:19). No necesitamos nuevas revelaciones, sino someternos a las Escrituras que Dios nos ha dado para nuestra edificación y guía.
Conclusión: Edificar Según el Plano de Dios
El pasaje concluye con una exhortación clara: “Que todo se haga decentemente y con orden” (v.40). Este principio resume el corazón de las instrucciones de Pablo. La iglesia de Corinto, y cualquier iglesia hoy, solo puede ser edificada cuando se somete al orden de Dios y busca Su gloria en todo.
Si eres creyente, reflexiona sobre cómo estás usando tus dones para la edificación de la iglesia. ¿Estás dispuesto a someter tus talentos al orden que Dios establece en Su Palabra? Y si aún no has puesto tu fe en Cristo, te invitamos a conocer al Dios de paz que ofrece reconciliación y vida eterna a través del sacrificio de Su Hijo.
Dios nos ha dado Su Palabra como el plano perfecto para edificar Su iglesia. Sigamos estos principios con gozo y experimentemos el poder transformador de un Dios de paz y de orden.
Comments