La Esperanza Gloriosa: La Resurrección en Cristo
- 9 feb
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Actualizado: 11 feb
Confía en el poder de Dios. Que resucitará tu cuerpo natural a la imagen del hombre celestial.
Introducción
Desde nuestra infancia, muchos hemos realizado el experimento de sembrar un frijol para observar su proceso de crecimiento. Esta simple actividad nos enseña sobre la vida, la transformación y la reproducción. En su primera carta a los Corintios, el apóstol Pablo utiliza esta imagen de la semilla para ilustrar una verdad espiritual asombrosa: la resurrección de los muertos.
Los corintios enfrentaban un problema serio: no solo dudaban de la resurrección, sino que la negaban. Para ellos, la idea de que un cuerpo muerto pudiera volver a la vida resultaba incomprensible. Pablo responde a sus cuestionamientos con dos ilustraciones poderosas que nos ayudarán a afianzar nuestra confianza en la promesa de la resurrección.
Vean la creación y aprendan
Pablo introduce dos ilustraciones para ayudar a los corintios a comprender la resurrección. Primero, utiliza la imagen de la semilla y la planta (1 Corintios 15:35-38). Una semilla no puede dar vida si primero no muere. Lo que se siembra es distinto de lo que crece: de una pequeña semilla nace una planta completa y diferente. Así como Dios diseñó el proceso de la semilla, él también tiene el poder de dar un cuerpo nuevo en la resurrección.
En segundo lugar, Pablo menciona los diferentes cuerpos en la creación (1 Corintios 15:39-41). Dios ha creado cuerpos con diferentes glorias: humanos, animales, aves y peces. También ha creado cuerpos celestiales como el sol, la luna y las estrellas, cada uno con su propia gloria. Si Dios es capaz de tanta diversidad en la creación, ¿acaso no podría darnos un cuerpo glorioso en la resurrección?
Pablo lleva a los corintios al relato de la creación en Génesis para recordarles que Dios tiene el poder absoluto para transformar y glorificar lo que ha creado.
Así como la creación, la resurrección
Pablo establece un paralelismo claro: así como ocurre en la naturaleza, la resurrección sigue un patrón divino. Se siembra un cuerpo corruptible, pero resucita un cuerpo incorruptible. Se siembra en deshonra, pero resucita en gloria. Se siembra en debilidad, pero resucita en poder. Se siembra un cuerpo natural, pero resucita un cuerpo espiritual.
El cuerpo resucitado no será una versión mejorada del actual, sino algo completamente transformado. Pablo enfatiza que nuestro cuerpo resucitado será conforme al diseño de Dios, capacitado para la eternidad.
La imagen del hombre celestial
El primer hombre, Adán, fue hecho del polvo de la tierra, con un cuerpo terrenal destinado a la corrupción. Pero el último Adán, Cristo, es el dador de vida. Así como llevamos la imagen de Adán en nuestros cuerpos actuales, en la resurrección llevaremos la imagen de Cristo.
Jesús resucitado es nuestra garantía. Pablo, quien vio al Cristo glorificado, nos asegura que seremos transformados como él. Filipenses 3:21 nos dice: "Él transformará nuestro cuerpo miserable para que sea como su cuerpo glorioso."
Una advertencia y un llamado
Para quienes han confiado en Cristo, la resurrección es una esperanza gloriosa. Pero para aquellos que no han depositado su fe en él, la resurrección no será para gloria, sino para juicio. Si aún no has confiado en Jesús como tu Salvador, hoy es el día para hacerlo.
Conclusión
La imagen de la semilla nos recuerda que Dios tiene el poder de transformar lo muerto en vida. Nuestra fe se afirma en la resurrección de Cristo, quien nos asegura una vida eterna con cuerpos glorificados.
Negar la resurrección nos hace los más dignos de lástima, pero confiar en ella nos llena de esperanza y libertad.
Confía en el poder de Dios, que resucitará tu cuerpo natural a la imagen del hombre celestial.